El atormentado principado de Tobaro.

El texto expuesto a continuación aparece tal cual en el libreto de Tilea y Mercenarios:

Tobaro es la única gran ciudad Tileana en las orillas occidentales del Mar de Tilea. Aquí, la estrecha llanura costera de Tilea está separada de la árida meseta de Estalia por los Montes Abasko. Tobaro está situada en la costa, que es bastante escarpada; especialmente en el Sur, donde hay numerosas pequeñas islas rocosas habitadas por criaturas llamadas Sirenas, similares a los pájaros, que cantan ta dulcemente que atraen a los marineros descuidados a un fatal destino en las rocas. La mayoría de estas islas están deshabitadas por el hombre, excepto aquellas lo suficientemente aisladas y remotas como para proporcionar refugio a piratas e incursores.

Tobaro fue antaño un puesto avanzado élfico cuyo centro estaba dominado por una alta roca, que ahora cumple la función de acrópolis de la ciudad. En su cumbre plana, rodeados de grandes murallas, se encuentran el palazzo de los Príncipes de Tobaro y la ciudad alta. La ciudad baja está rodeada por una alta muralla. Tobaro ha sufrido numerosos asedios, resistiendo a los Estalianos y también a las hordas de Arabia durante el intento de conquista de Estalia por parte del Sultán Jaffar. Tobaro proporcionó un puerto desde el que los Bretonianos y los Tileanos pudieron enviar ayuda a los acosados Estalianos. Por esta razón el Sultán Jaffar la sitió por tierra y mar, pero la ciudad no cayó. Más tarde apareció una amenaza mucho más seria, cuando los Sakvens surgieron del laberinto de catacumbas élficas en la acrópolis de la roca. Esto les permitió atacar la ciudad desde dentro, por lo que sus grandes fortificaciones no sirvieron para nada. La lucha en las calles y la destrucción causada en la ciudad fueron terribles.

El príncipe de Tobaro, Meldo Marcelli, logró escapar con muchos de sus soldados y la mayoría de sus naves. Cuando llegó a Remas, se gastó todas sus riquezas en reclutar un poderoso ejercito de mercenarios, incluido un gran contingente de Remas.

Regresó sin tardanza y, reforzado por un contingente de marinos Élficos, Meldo y su ejército asaltaron la ciudad y la recapturaron, haciendo retroceder de vuelta a las catacumbas a los Skavens. Los feroces combates prosiguieron en el interior de la roca de la acrópolis antes de todos los Skavens fueran finalmente expulsados. Ahora, muchos de los túneles han sido tapiados y hay una guarnición de mercenarios permanentemente en guardia en el interior de la acrópolis.

Tobaro sigue siendo un principado, pero por poco. Menos de tres siglos después de la heroica recaptura de la ciudad por Meldo Marcelli, su familia, que se había mantenido en el poder de un modo u otro, finalmente se dividió en diferentes facciones. Existían varios candidatos elegibles que reclamaban el título de Príncipe, los cuales estaban ocupados intrigando los unos contra los otros cuando empezó a circular una profecía de muerte por la ciudad. Esta predecía que el siguiente Príncipe de Tobaro estaba destinado a tener un horrible final. Los rivales acordaron no jugársela y eligieron a un cerdo como Príncipe para que presidiera el consejo de ciudadanos, ¡al menos hasta que la profecía tuviera lugar! No ocurrió nada: pasaron los años y el cerdo continuó presidiendo el consejo luciendo el sombrero principesco y la cadena de su cargo. Tobaro disfrutó de un época mucho más pacífica. Los presuntos aspirantes al principado empezaron a impacientarse, así que uno de ellos planeó matar al cerdo. Entonces, sus rivales le indicaron que cualquiera que matara al cerdo, al que habían nombrado Piggolo I, estaría cometiendo traición ¡y, por tanto, sería ejecutado! El cerdo continuó reinando durante largo tiempo; hasta que un día, mientras inspeccionaba la guardia, ¡cayó desde las murallas de Tobaro al mar!

Para entonces, sólo uno de los contendientes seguía vivo, por lo que asumió el cargo sin oposición. Desde entonces, Tobaro ha continuado siendo un principado a pesar de las numerosas intrigas e intentos de establecer un república.

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